jueves, 11 de febrero de 2016

4 COSAS INVENTADAS POR LAS MUJERES

El Monopoly


Elizabeth Magie, escenógrafa, escritora, actriz y estudiante de ingeniería, todavía tenía tiempo para adentrarse en las teorías económicas de Henry George. Le entusiasmaron tanto que, para difundirlas, se le ocurrió inventarse un juego llamado 'The Landlord's Game', en el que se quería explicar que el monopolio de la tierra por parte de unos pocos era perjudicial para la economía. Lo patentó en 1903, pero 30 años después, un avieso vendedor patentó una versión totalmente opuesta, el actual Monopoly, en el que se valora la economía más salvaje y gana quien tiene más dinero, hoteles y casas.

Los pañales desechables



















El descubrimiento de Marion Donovan ha salvado la vida a varias generaciones de padres. Donovan era licenciada en Literatura Inglesa, pero su infancia la había pasado rodeada de las máquinas que creaba su padre: inventar no le resultaba extraño. Harta de lavar pañales, diseñó una cubierta del pañal que fuera impermeable, usando tela de nylon de un paracaídas. A partir de ahí, perfeccionó la fórmula en busca de materiales aislantes que además protegieran al bebé. Además de los pañales, Donovan patentó otras 20 cosas, entre ellas la jabonera que escurre el jabón y el hilo dental.

El lavaplatos


Josephine Cochrane, la esposa de un prestigioso político estadounidense de finales del XIX, estaba harta de que la vajilla acabara rota después de fregarla una y otra vez, así que se puso manos a la obra para inventarse una máquina que la lavara sin dañarla. El prototipo era sencillo, lo hizo con una caldera de cobre y dos bandejas metálicas para los platos y cubiertos. Los cajones se insertaban en una rueda, que giraba al accionar un motor. Y, a la vez, de la caldera salía agua caliente con jabón. El invento fue mejor acogido en hoteles y restaurantes, donde siempre había electricidad; había muchos hogares que aún no tenían.

El limpiaparabrisas


Si cada vez que cae un chaparrón, te alegras de que este artilugio limpie el cristal, da las gracias a Mary Anderson. Poseía viñas y ganadería en Fresno (California), y un buen día de 1902 tuvo que viajar a Nueva York. En la ruta le nevó mucho, y se fijó en que los conductores tenían que bajarse del coche para quitar la nieve, así que, a su vuelta, se puso a inventar algo que pudiera limpiar el cristal desde dentro. Lo patentó en 1903 y se pasó años paseándolo por diferentes fabricantes, quienes lo rechazaban e incluso se burlaban de ella, diciéndole que su invento distraería al conductor. Finalmente, Henry Ford lo incluyó en 1908 en su icónico modelo T, y en un lustro iba de serie en todos los modelos.

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